Potsdam (que no Postdam, como tendemos a confundirnos), debería ser una visita obligada para todas aquellas personas que viajen a Berlín y dispongan de un poco de tiempo libre.
Situada a unos 25 kilómetros de la capital, la actual capital del estado de Brandenburgo presenta una imagen de ciudad pequeña y tradicional que contrasta con la de la cercana capital junto a edificios y zonas señoriales como el sensacional Parque Sanssouci, declarado Patrimonio de la Humanidad.
La ciudad tuvo su protagonismo en la historia durante los siglos XVIII y XIX cuando fue la residencia de los reyes de Prusia, momento del que datan la mayor parte de las construcciones que la han convertido en un atractivo turístico.
Entre los palacios más conocidos y que merecen una visita casi obligada esta Cecilienhof, donde se celebró la Conferencia de Potsdam al finalizar la II guerra Mundial, lugar de reunión de los tres grandes del momento: Churchill, Stalin y Truman. Su estilo Tudor, de origen inglés y sus 55 chimeneas de estilos diferentes llaman mucho la atención arquitectónicamente, sobre todo en esta Alemania más dada a lo Neoclásico. Aunque esta es una de las características de Potsdam ,la variedad y profusión de estilos. Una auténtica maravilla.
También podemos visitar el Puente de los espías, escenario de muchas películas sobre la guerra fría, y que fue en realidad un paso entre la Alemania comunista y la Alemania occidental.
Parque y Palacio Sanssouci
El Parque Sanssouci (también llamado Sans Souci) es una zona verde situada a las afueras de la ciudad en la que se enmarcan varios palacios y museos construídos en los siglos XVIII y XIX. Para llegar hasta allí, lo más útil es coger un tranvía desde la estación de ferrocarril.
El Palacio de Sanssouci, construído en 1747, es el más grande y llamativo de los palacios que se encuentran en la zona, entre los que también se encuentran los de la Orangerie y el Palacio Nuevo. En realidad, todo el parque contiene una sorpresa arquitectónica tras otra y merece la pena disponer de una mañana o una tarde entera para disfrutar de todos sus rincones.
El nombre viene del término francés Sans souci, que significa “sin preocupaciones” fue la obra del monarca más querido, admirado y biografiado: Federico II el grande. Él mismo lo diseñó y acondicionó como residencia de verano y para servir a sus intereses privados.
Allí, Federico componía sonatas para flauta travesera, se daban conciertos, se criaba y bebía vino y se hablaba de filosofía con Voltaire, invitado por el propio rey. En sus alrededores nos encontramos con la Casa de té chino, una construcción de planta circular, en estilo Friederichiano -que es más rococó que el rococó- y totalmente bañada en oro. Aunque es pequeño, el conjunto con todas las esculturas a tamaño natural, también bañadas completamente en otro, es realmente espectacular, para ser más precisos: deslumbrante.
Pero, aunque a mi juicio sea lo más destacado de la ciudad, el Parque Sanssouci no es la única atracción de Potsdam. Es también recomendable detenerse a la vuelta de la visita por el centro de la ciudad, donde calles pequeñas y agradables contienen construcciones pintorescas. Una de las más curiosas es el Barrio Holandés, con sus casas de ladrillo de estilo holandés. También es interesante echarle un vistazo a las tres puertas de la ciudad que aún siguen en pie o a la Iglesia de San Nicolás.
Llegar a Potsdam desde Berlín
Para llegar desde Berlín, lo mejor es coger el tren. El S-Bahn tiene una línea directa, pero no la recomiendo demasiado, ya que tiene demasiadas paradas intermedias. Quizá la mejor solución para quien no se líe mucho con los trenes sea buscar alguno de los trenes regionales que circulan por la ciudad y que hacen que el viaje se reduzca a más o menos media hora. El billete local de tres zonas en Berlín incluye Potsdam y es la alternativa más económica.
También merece mucho la pena este tour en español de medio día en Potsdam desde Berlín, que te acompaña en tren hasta la localidad y te conduce por sus principales lugares de interés.
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